ACCESO
El acceso desde el Puerto de Canencia ofrece un recorrido de montaña muy atractivo. Desde que se inicia la bajada (a más de 1.500 m) se va pasando por un abedular único en la Comunidad de Madrid, mezclado con pinos silvestres y salpicado de tejos, abetos y espinos blancos, seguido de un pinar puro y, más abajo, de un robledal donde se pueden encontrar también enebros, brezos, fresnos, álamos, piornos, tomillos y cantuesos. Las distintas horas del día y las estaciones del año pueden proporcionar impresiones cambiantes por la luz, los colores y por la nieve (en invierno). Al llegar al núcleo urbano, el valle del río Canencia se abre hacia otro más amplio, por el que discurre el río Lozoya.
TOPONIMIA
El origen histórico de Canencia se remonta a finales del siglo XI, durante la época histórica de repoblación cristiana llevado a cabo por la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia, tras la conquista de la zona por el rey Alfonso VI de Castilla,en 1085
Probablemente el término municipal fuese utilizado como coto de caza por parte de la Corona de Castilla durante la Baja Edad Media. De esta manera, algunos historiadores relacionan el topónimo del pueblo con los perros (canes), ante la supuesta existencia de perreras reales dentro de la localidad.
Pese a tratarse tan sólo de una hipótesis histórica, este animal aparece en el escudo heráldico de Canencia.
DEMOGRAFÍA E HISTORIA
Considerando la Sierra Norte, como un territorio caracterizado por la despoblación, Canencia participa de dicha tendencia, contando con 451 habitantes en el año 2016(según publicación INE); teniendo una densidad de población de 9,03 hab/km² (2016) el pueblo presenta un dato muy inferior al de la zona, en torno a los 13 hab/km², y al del conjunto de la Comunidad de Madrid, con 758,14 hab/km² (INE 2007). Tiene una superficie de 53,52 km², orientada hacia el norte y distribuida entre los 1862 metros de los tres mojones y los 1050 metros de la confluencia del río Canencia con el Lozoya. Es, por tanto, un municipio con un marcado desnivel topográfico, que incide fuertemente en las condiciones físicas de su territorio.
Durante la mitad del siglo XVIII, el pueblo, habitado por más de 100 personas, se componía de 232 casas bajas y habitables, incluidas las del Concejo. Contaba con tierras de regadío y secano, prados, eras, pozas y dehesa boyal. También con molinos harineros y colmenas. El ganado era vacuno, mular, caballar, de cerda, lanar merino trashumante y cabrío. Contaba con establecimientos entre los que se incluían una taberna, una carnicería, un mesón, un hospital y una herrería.
A mediados del siglo XIX fue un núcleo de cierta importancia, con desarrollo de la agricultura, ganadería, carboneo y molinos para la fabricación de tejidos de lienzo o lino, incluso durante algún tiempo funcionaron minas de plata y plomo. Durante la Guerra Civil, fue un lugar de retaguardia para las tropas que luchaban en el cercano frente del Macizo de Peñalara, perdiéndose por ello casi todo el patrimonio eclesiástico. Hacia 1950 llegó a tener 700 habitantes, pero el abandono del laboreo de la tierra, el cese del carboneo, la emigración y el envejecimiento de la población cambiaron la estructura demográfica y productiva, y en 1970 la población era de 498 habitantes.
Hacia la mitad del siglo pasado, la ganadería se basaba principalmente en los rebaños de ovejas, siguiendo el mismo patrón económico de los siglos anteriores, aunque también había rebaños de cabras. A partir de los años 70 se cambiaron las ovejas por vacas en régimen extensivo y disminuyeron notablemente las labores agrícolas.
Los primeros servicios públicos e infraestructuras se empezaron a implantar en 1941: agua corriente, alumbrado, mejora de las carreteras (finalizó en ésta época la construcción de la carretera del Puerto de Canencia que conduce al pueblo de Miraflores de la Sierra). El ayuntamiento se construyó en mil novecientos cuarenta y tres, en mil novecientos cincuenta la nueva escuela y posteriormente, en 1958 llegó el teléfono.
En la actualidad, Canencia presenta el esquema característico de muchos pueblos serranos que han evolucionado de la ganadería y agricultura (como sector económico principal) hacia un pequeño desarrollo comercial y el trabajo asalariado fuera del municipio. La construcción ha proporcionado, hasta ahora, muchos de los empleos, sea por la construcción de segunda residencia en el entorno comarcal o por el sector inmobiliario de toda la Comunidad de Madrid. Se mantiene una cierta producción ganadera y van incrementándose los oficios especializados que tienen sus clientes fuera del municipio.